En clase hemos estado hablando de la teoría de Eysenck, la cual está basada en la psicología y en la genética. Aunque Eysenck es conductista, por lo que considera los hábitos aprendidos como algo de gran importancia, cree que las diferencias en las personalidades surgen de nuestra herencia hereditaria.

Como podemos ver en la tabla, hay cuatro temperamentos diferentes: flemático, melancólico, sanguíneo y colérico. Cada uno de estos temperamentos tiene unos rasgos, pero esto no significa que aunque seas, por ejemplo, flemático, no puedas tener rasgos melancólicos.
De esta manera, yo me considero colérica porque en mayor o en menor medida considero que tengo todos los rasgos de una persona colérica. Pero también creo que tengo rasgos de las personas sanguíneas como el ser sensible y parlachín. Pero una de las razones por las que no me considero plenamente sanguínea es porque hablar mucho no es algo que haga siempre, sino que lo hago siempre y cuando se den unas condiciones en las que yo me sienta segura, etc. Otra de las razones es que soy muy tiquismiquis y quisquillosa, por lo tanto soy consciente de que no soy la mejor persona con la que te puedas encontrar para pedirle un gran favor que me requiera un esfuerzo- porque sé que te voy a hacer ese favor, pero a lo mejor de mala manera.

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